Guía para presentar un proyecto o investigación en público y triunfar
en el intento. Recomendaciones de oratoria y preparación del material
de apoyo.
Enfrentarse cara a cara con el público y transmitir una investigación o proyecto es una de las situaciones más temidas por muchas personas. Timidez, miedo al fracaso, nervios incontrolables son algunas de las causas de este temor. Un buen expositor puede transmitir la información necesaria a su público de manera eficiente y tranquila, infundiendo confianza y entreteniendo a la vez. Lograr estas metas no es sencillo, pero tampoco imposible.
Pensamiento positivo para una buena oratoria
El autor Alexánder Albán Aléncar en su libro “Manual de Oratoria” define esta disciplina como “el
conjunto de principios y técnicas que permiten expresarnos,
principalmente de manera oral, con claridad, facilidad y sin temores,
ante un público numeroso y variado, con la intención de transmitir un
determinado mensaje”.
La principal técnica utilizada para relajarse antes de iniciar un discurso
es pensar positivamente. Puede resultar llamativo, pero investigaciones
realizadas concluyeron que aquellas personas que se mentalizan de
manera positiva convenciéndose de poder enfrentar la adversidad poseen
mayores posibilidades de triunfar. La mente humana es un arma muy
fuerte, si uno se auto convence de poder realizar un buen trabajo,
seguramente lo hará.
Conocer a la audiencia, clave para el discurso
Imprescindible a la hora de elaborar una presentación es el conocimiento del público,
ya que sin éste resultaría sumamente difícil elegir el vocabulario
adecuado para expresarse captando (y manteniendo) su atención.
La cantidad de personas que compondrán esa audiencia también reviste
vital importancia, ya que las estrategias de comunicación
a utilizar variarán de un público masivo a uno acotado.
Un discurso planificado sin conocer el público al que se dirige, sus
características e intereses, estará prácticamente condenado al fracaso
aún antes de ser pronunciado. Si uno se presentase frente a
profesionales del campo, por ejemplo, debería obviar las explicaciones
teóricas básicas para evitar así la pérdida de concentración; mientras
que en un auditorio no especializado serían de gran importancia para
sentar las bases de la exposición.
Ensayar la ponencia para ganar confianza
Una vez analizadas las características generales del público, debe evaluarse la mejor estrategia de exposición oral.
Para ello, se contemplarán formas de captar su atención, el vocabulario
adecuado para dirigirse a ellos y el tono de la comunicación.
Estructurar la presentación en introducción, nudo y conclusión permite
al ponente organizar sus ideas y realizar una exposición clara que
permita a los oyentes seguir la explicación sin problemas.
Practicar el discurso en voz alta frente a colegas, familiares o amigos
permite corregir conceptos que no se encontrasen del todo claros,
eliminar el uso repetitivo de muletillas y cronometrar el tiempo para no
utilizar más del otorgado por los organizadores y reservar así unos
minutos para las preguntas. A la vez, otorga tranquilidad al
conferencista quien incorpora las palabras a utilizar, el énfasis y la
entonación necesaria para despertar el interés y mantener la atención
del público.
Silencio psicológico para captar la atención
Proyectar seguridad y tranquilidad es fundamental para entablar una relación
con la audiencia. Es recomendable ingresar al escenario (o donde se
realice la ponencia) con paso firme, gesto adusto y una sonrisa, para
luego ubicarse frente al micrófono y contemplar a los presentes. Estas
acciones deberían captar la atención y lograr lentamente la disminución
del murmullo.
Sólo cuando el salón se encuentre en absoluto silencio durante unos
segundos, debe el orador saludar y presentarse. Esos breves segundos de
silencio permiten al público centrar su atención y otorgan al ponente
cierta autoridad, esencial para llevar a cabo su cometido.
Comunicar con la voz y los gestos
Una voz clara y fuerte denotará confianza en sí mismo y a la vez,
generará confianza en los oyentes. Las palabras deben fluir claramente
de la boca del ponente,
quien debe modular cada sílaba para otorgarle la mayor claridad posible
a su presentación.
Un buen discurso es dinámico y cuenta con cambios de ritmo y entonación
que permiten retener la atención del público. También tiene pausas de
efecto que le dan tiempo al oyente para pensar y concentrarse en lo
expuesto.
El uso de los gestos ayuda al orador a enfatizar sus palabras y mantener
la atención centrada en ellas. Sin embargo, no debe abusarse de la
gesticulación y del caminar en el escenario para no distraer a los
presentes.
Apoyo visual del discurso en PowerPoint
Seth Godin, autor de “Really bad PowerPoint (and how to avoid it)”
(PowerPoints realmente malos y cómo evitarlos), sostiene que uno de los errores
más comunes suele ser la inclusión de demasiada información. De esta
manera, las diapositivas se ven sobrecargadas y el ponente, tentado de
leerlas en lugar de dirigirse directamente al público.
El uso del PowerPoint
debe ser solamente un apoyo visual para los presentes. En él pueden
incluirse palabras claves, citas textuales e imágenes que complementen y
apoyen las palabras del conferenciante. Pero siempre deben ser el
expositor y su discurso el eje central de la ponencia.
Por este motivo, los movimientos y sonidos utilizados en la presentación
deben reducirse al mínimo para no distraer. Se supone que el fin de una
exposición es transmitir un mensaje y deben por ende evitarse todos
aquellos “ruidos comunicacionales” que puedan interferir en la
consecución de ese objetivo.
Un PowerPoint
sencillo, sin excesos, es el mejor acompañante para un buen expositor.
Hablar en público es siempre una situación de exposición personal que
genera nerviosismo y cierto temor. Prepararse para ese momento es la
mejor manera de combatir esas sensaciones y triunfar en el intento.
Un
buen orador no nace, se hace… Sólo se necesita práctica y confianza en uno mismo.
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