Como todo domingo me desperté tranquilamente y me dispuse a leer los diarios, al menos los dos de mayor tirada nacional. Fue en ese momento donde la paz que una relajada noche de cumpleaños con amigas se fue al tacho. Y sí, justo cuando leí el titular de Clarín: "El gobierno aumentó un 84% su presupuesto para propaganda".
Bueno, no debería entrar en política porque este es al fin y al cabo un blog de publicidad y relaciones públicas. Pero no puedo evitar hacerlo porque la comunicación en todas sus formas es poder. La publicidad manipula la opinión pública, se mete en la mente del target y crea ideas, genera una forma de ver las cosas. Y justamente es eso lo que me preocupa: el gobierno va a invertir más en mostrar sus cosas buenas (que seguro las tiene) y desmentir sus cosas malas. En todo proceso democrático se produce esta situación, es parte de la elección libre, de la competencia. Pero cuando una de las partes cuenta con $470.8 millones de pesos para destinar a propaganda oficial, no puedo evitar preguntarme si alguien de la oposición está en condiciones de enfrentarse a ese tanque propagandístico.
Para que exista la democracia deberían enfrentarse tanto el oficialismo como la oposición en igualdad de condiciones (o al menos las más aproximadas). ¿Es esto posible con semejante presupuesto destinado a propaganda oficial? Y más aún, ¿la propaganda oficial seguirá castigando a los programas/canales/conglomerados que no están de acuerdo con el gobierno?
Si la respuesta es afirmativa (algo que temo), creo que vamos mal. Las cifras oficiales muestran que la recientemente renombrada Secretaría de Comunicación Pública tiene a su disposición 1.202 millones de pesos, además por supuesto de los $ 60 millones de la publicidad de ANSeS y otra tajada AFIP. Algo que sumaría más de $1.300 millones en total, una pequeña fortuna...
Perdonen si mi preocupación es vana, pero no puedo evitar preguntarme si no sería más útil usar ese dinero para realizar obras públicas, arreglar escuelas, mejorar la salud, combatir la inseguridad, en lugar de buscar la reelección. Ojo, sé que todos los gobiernos aran con los mismos bueyes, no es nuevo y nunca lo será que los años electorales traen consigo un aumento de la inversión publicitaria. Igualmente no puedo dejar de sentir una sensación extraña en el estómago, pensando en todo aquello para lo que podría servir ese dinero en lugar de para una inútil lucha de poder que no beneficia a los argentinos.
Propaganda... Esa será una de las palabras que marcarán este 2011. La pelea electoral ya empieza, ya hubo piezas sancionadas en vía pública, ya hay datos de inversión... La lucha está a la vuelta de la esquina y yo como publicista no puedo evitar preguntarme cómo quedará parada la publicidad en esta situación. Porque al fin y al cabo la publicidad "vende humo", disfraza situaciones, pone ideas en la mente del target y ahora, como tantas otras veces, estamos los ciudadanos en las manos de esa profesión que amo y me pregunto: ¿ganará la lucha una persona idónea, el que tenga mayor inversión publicitaria o el que contrate la mejor creatividad?
Imposible saberlo, habrá que esperar...
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